El Arca de Noé

>> martes, 3 de marzo de 2009

El pasotismo, o vagueza, que existe entre la peña de mi piso a veces llega a extremos que acojonan. Para evidencia de ello lo vivido hace apenas un ratito...

Llego de clase a las 8.30, cansada y mojada, que no veas como llueve... Entro, dejo mis cosas, me dejo caer en el sofá, alargo la mano para coger mi botellín de agua y... mierda. No tiene agua.

Me levanto, voy a la cocina y en lo que lleno la botella escucho el ruido del agua. Es la lluvia, pienso, una conclusión bastante lógica e inteligente por mi parte teniendo en cuenta que ahí fuera está cayendo la de dios en el Génesis. Cierro el grifo, arranco la pegatina de mi botella que está ya medio despegada, y cuando voy a tirarla... ¡Plaf! Piso un charco de cojones.

¡Coño! ¡Está entrando la lluvia en el lavadero!


Me dispongo, por tanto, a cerrar corriendo la ventana, cuando una oleada de agua me cae en todo el vaquero. Oh, oh. No es la lluvia. Es el propio lavadero que está rebosando agua. Hay una lavadora puesta, y el ingenioso mecanismo de desagüe que instaló mi casero consiste en un tubo que sale de la máquina al mismo. Pero éste, por lo visto, está estancado y nadie se ha dado cuenta. Conclusión: el agua saliendo por todos sitios.

¡Mierda, mierda!, grito como una loca. Mi primera reacción intuitiva, tras el grito de alarma, es ir al salón, mirar a mis tres compis echadas como vacas en el sillón y hacer un comentario tremendamente inteligente: no sé si os habréis dado cuenta, pero se está inundando el lavadero.

Lo mejor, la respuesta de una de ellas, la única que ha hecho amago de hacerme caso: Será verdad.

Ninguna se mueve. Yo, con mi cara de "vivir para ver", me doy la vuelta rápidamente y vuelo hacia el lavadero. Agarro un cubo y empiezo a sacar agua hasta el fregadero de la cocina. Mis gritos no alertan a nadie: ¡Ostia, que me caigo! ¡Wala, se me ha puesto la mano violeta! ¡Mierda, esto parece el bolso de Mary Poppins, no tiene fin! ¡Jodeeeer, necesito un cubo más grande!

¿Vino alguna de ellas a ayudarme? No, claro que no.

De repente, flis! Me escurro, me pego una ostia y grito. Se oye una voz a lo lejos: ¿estás bien?

Joder, ¡pues claro! ¡Estoy en pleno AquaPark, tirándome por los rápidos, y sin donuts!

Un tiempo después, con la lavadora en paro, termino de achicar agua, lo suficiente para poder meter el desatascador y darle uso. No sé por qué, me da por cantar la canción del juego de Marios Bros -¿complejo fontanero?-, y oigo risas, supongo que a mi costa y debido a mi enorme e infravalorado talento musical.

Juro -por mucho que a mi abuela le dé coraje que jure- que bailaré sobre sus tumbas en lo que desatasco el desagüe.

Termino, limpio el suelo y vuelvo al salón. Una de mis compis pregunta: ¿qué coño hacías?

Practicar.... practicar para el día en que os mate a todas.


¡Buenas noches!

2 huellas:

andrés 3 de marzo de 2009, 12:46  

Me llevaste muy despacio por tu dia, es la cualidad de alguien que escribe tan bien y por eso disfruté mucho leerte

Gusto pasar por aqui

Saludos

Ekhi 3 de marzo de 2009, 13:37  

Grande mario bros, pero más tú ahí en plena faena. Aunque para grandes, los huevos de tus compañeras ¬¬ hay que joderse con la gente

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