Temas de ascensor III

>> viernes, 27 de marzo de 2009

Once de la mañana. Volvía de comprar un regalo. Esta vez sin música. Se sube conmigo un señor de unos cuarenta y tantos, arrebujadito en su chaqueta a pesar al calor que hace. Yo pulso el cuatro y él, el siete. Al poco de cerrarse las puertas, dentro de ese ínfimo tiempo que estuve en el ascensor, dice:

- Silencio. ¿Por qué siempre pasa lo mismo en los ascensores?

No lo sé, pero empiezo a pensar que tal vez Freud debió invertir menos tiempo desarrollando teorías sobre la mente y la conducta teniendo aquí este tipo de problemas. ¿Por qué en los ascensores, sino se habla del tiempo, estamos tan callados? ¿Dónde queda aquí la cura del habla, aunque no sea en absoluto lo mismo?

A mí me gusta el silencio en los ascensores. Todos calladitos, sin temas de conversación jodidamente absurdos forzados a salir por lo extrañamente incómodo de estar con un completo desconocido. Sin sociabilizar lo más mínimo. Nada. ¿Por qué analizarlo?

- Creo que es porque estamos demasiado cerca.- deduce él.

¡Zas! Good bye, Freud.

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¿Dónde?

>> miércoles, 18 de marzo de 2009


Hay siempre tres cosas que extraño de Tenerife: el acento, el poder decir palabras como 'chola' y 'guagua' sin que nadie me mire como si fuera de otro planeta, y el mar. Sobretodo el mar. Se me hace raro el levantarme por las mañanas y no encontrarme ese inmenso oceáno azul frente a mis ojos cuando subo la persiana. Más bien, no me gusta. No me gusta esa visión del edificio de enfrente, viejo y aburrido, ni ese trozo de montaña que hay más allá donde se alcanza a ver las viejas ruinas de lo que fuera un cortijo, dándome los buenos días. No desprecio lo que veo, pero se me hace raro no ver un trozo azul que no pertenece al cielo allá donde voy. Sólo hay edificios. Edificios Osuna. Todos iguales.

No digo que Granada no me guste. Que no me gusta. Me encanta. Pero han sido dieciocho años viviendo en esa isla como para extrañar todo eso a lo que estoy acostumbrada. Me gusta cuando la gente reconoce en mi forma de hablar un acento raro, una fusión horrorosa entre andaluz y canario, y me pregunta: ¿Tú no eres de aquí, verdad? Me gusta que me pregunten de dónde soy y que muestren interés. Cuando me piden que les describa cómo es, se me ilumina la cara. Me modero bastante a la hora de presumir de isla, siempre prevengo que no se fíen de lo que ven en las guía de viaje -siempre tan maravillosas y estupendas, tan falsas y engañosas en su mayoría-, pero es verdad que me encanta guiarles por las tierras que me vieron crecer. De algún modo, es como si yo me trasladara de nuevo a ese lugar, y me gusta compartir la experiencia. Quiero a esa isla lo mismo que la odio. La odiaba porque me oprimía, era demasiado pequeña para ese mundo tan grande en el que vivimos. Pero la quiero, la extraño. Por eso siempre será un lugar al que volver.

Sé que suena frívolo decir que lo único que extraño de ella son esas tres cosas. ¿Qué pasa con la gente? ¿Con mis amigos?

Eso no lo considero parte de Tenerife, sino de mí.

Cuando me marché tan decididamente de allí para cursar la carrera aquí en Granada, no sentí dolor, ni pena. No porque no me importara lo que dejaba allí; todo eso lo consideraba recuperable. Sabía que cada Navidad, Semana Santa y verano volvería a casa, que volvería a ver y a estar entre todo eso con lo que siempre he crecido, que disfrutaría de mis amigos una vez más. En Tenerife está mi hogar, mi familia, gran parte de mi historia. Lo segundo me 'obliga' siempre a regresar. Por una razón o por otra, sé que siempre tendré excusas para volver. Por eso no me dolía cuando me fui; porque no me iba para siempre, porque eran sólo tres años.
Ignoro qué haré cuando termine la carrera. Seguramente volveré, aunque no sé si es lo que quiero realmente. La adoro, en serio, pero no es mi lugar. Sigue siendo demasiado pequeño.

Una vez, hablando con un amigo, le confesé que me daba un poco de miedo terminar la carrera. A mí me daría miedo no terminarla, me dijo muy sabiamente. Y es verdad, pero no me refería a eso. Para mí, terminar la carrera significa volver a casa. Como imaginé, vuelvo con esos amigos que no me dolió dejar porque sabía que volvería a verlos, con mi familia, al lugar de siempre. Al contrario que esa vez, dejar Granada sí me preocupa.

Desde que soy muy pequeña, siempre he visitado todos los veranos el pueblo de mis tíos. Es una tradición que puedo recuperar cuando me vaya, pero no sé si ahora quiero reducir mis visitas sólo a eso. He conocido a ciertas personas de las que no quiero separarme; con muchas de ellas habló más por msn que verlas cara a cara. Hablar por msn es algo que puedo hacer desde mi casa, pero no existe el consuelo de que, si quiero, puedo quedar con ellos a determinada hora en determinado lugar. Y eso duele. Duele porque por primera vez en mucho tiempo siento que pertenezco a algo; he descubierto que hay cuatro personas en mi vida que me completan, y sólo una de ellas lo sabe. Si vuelvo a casa, ¿seré de nuevo ese ser incompleto?
Allí también tengo personas que me llenan, pero no es lo mismo. No quiero perder esos sms que digan: a las 4.30 en el Casa, esos sms que sobran porque a las 4.30 siempre estás allí sin que nadie te lo diga. Porque siempre hay alguien allí con quien quieres estar, siempre hay alguien que levanta la cabeza y te sonríe. Es agradable, por no decir increíble. Es agradable que siempre haya alguien que quiera saber cuándo vuelves al pueblo para quedar contigo, incluso cuando te condenan a cinco horas en La Bodeguita para cogerte el catarro del siglo, pasar una noche de mierda y levantarte al día siguiente con voz de camionero, modelo Pegaso según ese cabroncete de turno que se ríe de ti. Puto tú.

Es muy tontuno sentirte plena incluso cuando alguien se ríe de ti o contigo de ese modo, porque tienes a ese alguien, con esa confianza y cariño para que no te importe. Porque lo es aún más cuando alguien te llama 'Morritos' y tú eres la primera que se ríe, porque porprimera vez en mucho tiempo ponerte un mote no es señal de que se están riendo de ti para hacerte daño, sino de que te aprecian, de que existe un extraño y maravilloso vínculo que hace que todo surja desde el cariño, sin macabras intenciones de por medio.

Estando en Granada, y sobretodo en Alcalá, ocurren cosas tan increíbles como las visitas inesperadas de mi primo, sin importar la razón por la que haya vuelto, y sólo con verlo, empiezas a sonreír. Porque de repente una persona que de pequeña te acojonaba tanto se ha convertido en alguien con el que puedes estar dos horas sentada bajo un ciprés sin apenas decir nada, disfrutando del silencio. Porque cuando te das cuenta llevas horas caminando por el campo en compañía de esa persona y su famélica perra, hablando de cómo arreglar el mundo, o intentando averiguar cómo enfocar nuestras vidas, en busca de consuelo.

Aquí puedo llegar a un ensayo y siempre hay alguien que, sin más, me abraza. Mara y Zy me enseñaron a tolerarlos y a quererlos; Dani me mostró cómo necesitarlos. Es extraño darte cuenta que alguien te aprecia tanto cómo para alegrarse hasta el punto de abrazarte, sin más. No porque sea la persona más cariñosa del mundo y se pase media vida haciéndolo, sino porque te ve y es lo que le surge. Y tú lo notas, lo sientes. Sigo siendo lo más raro del mundo para un abrazo; tanto como para darlo como para recibirlo, pero a veces me sorprendo pensando que tengo ganas de ver a alguien y que lo primero que haré será abrazarlo. Salva, sobretodo; se ha ganado con ello el papel de osito de peluche. Mi osito de peluche (cursilerías aparte. O no tanto).

No sé. Es tan genial. Es genial incluso cuando Marina y yo nos picamos a muerte, apostando desayunos, sobre qué canción suena en el bar, si es de los Rollings o de los GnR, y resolviéndonos dudas existenciales al día siguiente de formularlas, en vez de ignorarlas como hacen muchos. Porque existen horas cosiendo un chaleco a ojímetro que son especiales, mientras bailamos Magic Dance.

¿Entiendes por qué me da miedo volver a casa?
¿Dónde está realmente mi hogar?

Sé, Marino, porque seguramente tú leerás esto (el único, supongo), que te sonará cursi y extraño. Pero da igual. Decidí no ser tu amiga, ¿no? Y aun así seguiré intentando sacarte fotos en los conciertos en las que no salgas haciendo caras raras. Porque soy así de buena, y porque aun como no-amiga tengo ganas de conocerte e ir a un jodido salón del manga contigo a frikear, que es muy sano.

Pero bueno.

Tranquilos. No me estoy muriendo ni nada, que es lo que parece al releer todo esto del final. Simplemente me apetecía decir esto sin buscarle algún sentido ni un referente, porque por primera vez en mucho tiempo, siento que me estoy curando de verdad en lo de estar triste. (Y a pesar de este tocho, siento que no he dicho todo lo que tenía que decir....)

Gracias. Gracias a los que habéis invertido tiempo en leerlo también. Yo llevo horas haciéndolo. Nunca algo me había costado tanto...

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Brisingr

>> domingo, 15 de marzo de 2009

¿Os acordais de este libro?


Allá por Navidad me propuse a mí misma el reto de leérmelo antes de venirme a Granada para tener un libro menos que cargar en el equipaje. Obviamente, habiéndome retado apenas cuatro días antes de venirme y teniendo por delante más de 500 páginas para leerme en unas fechas un tanto señaladas -con comidas varias, mi cumpleaños y Reyes-, no fui capaz. Luego llegué a Granada, comenzaron los exámenes y lo último que me apetecía después de estudiar, era ponerme a leer. Demasiadas letras en un mismo día. Así que vamos, lo que ni de coña me leí en cuatro días, no me lo leí en tres meses.

Pero ayer, por fin, lo terminé. ¿Y qué decir? En parte entiendo que mis ratos libres no los invirtiera en leer, porque no se puede decir que haya sido precisamente un libro 'emocionante'. Bien es cierto que los dos anteriores no fueron una genialidad, pero me engancharon hasta el punto de leerme en cuatro días cada uno -también puede deberse a que por entonces estuve más de una semana sin luz y había poco qué hacer, quién sabe-. Pero, no sé, tengo la sensación de haberme leído 684 páginas sólo para ver como Eragon conseguía una espada nueva -que destacan como lo más importante al ponerle al libro el mismo nombre del arma-. Además de eso, destacar lo de Brom, (¿Momento spoiler? No leas si no quieres) aunque no se lo puede etiquetar de inesperado ya que Paolini es el tipo más previsible del mundo y todos sabíamos que Eragon, el bueno de Eragon, no podía tener ningún tipo de relación con uno de los más malos (se acabó el spoiler). No sólo te lees 684 páginas para ver su espada nueva, sino que, cuando llegas a la mejor parte, pasas la página y te encuentras una anotación: "Aquí termina el tercer libro", dice, "Ahora te jodes y te esperas al cuarto, donde veremos concluida la saga". Me cago en tu puta madre, Paolini. Y espero tener diarrea.

No sólo me has secuestrado tanto tiempo para eso, que se puede pasar, sino que he tenido que hacer esfuerzos descomunales para leerte, porque me cabreas. Si hay una cosa que me jodió de este libro, es que Eragon fuera tan tremendamente listo. Es decir; cada vez que se presentaba una oportunidad de batalla y debatían estrategias, siempre sabía lo que iba a salir bien y lo que no, como si se hubiera devorado libros como El Señor de los Anillos o Las Crónicas de la Dragonlance y hubiera visto ejemplos de batallas en las que todo salía mal. Y te soltaba: 'No es la primera vez que pasa'. Sí, vale tú, puede pasar eso, ¿pero qué va a saber un puto granjero analfabeto que no ha luchado más de cinco veces? ¡Arriésgate coño! Ponnos batallas en las que salgan puteados, donde muera gente, que suden la gota gorda. ¡No todo es un camino de rositas! O si planteas otra forma de prestar batalla donde se corran menos riesgos, no me digas 'No es la primera vez que pasa' y te quedas tan a gusto. Demuéstrame que no es un buen plan, discútelo con tus superiores, elabora más planes, pero no te quedes en plan chulero diciendo eso y ya está. Que no, oye.

Luego, señor Paolini, si quieres tener unos libros gordos como ESDLA, hazlo bien. No me metas relleno. Ya en el segundo me harté de ver la historia desde el punto de vista de Roran. Sinceramente, la historia del primo de Eragon me la sopla. No aporta nada.
Vale, está el guay de Roran, secuestran a su amada y revoluciona a toda la aldea para ir en su rescate. Viajan. Viajan mucho. Viajan demasiado. Te cansas de verlos andar y matar, y llegan donde Eragon.
Ya está.
Me he tragado medio libro sólo para ver como Roran se encuentra con Eragon. ¡Ah! Y para que además mate a los Gemelos, su gran hazaña.


¿Y?

Tal vez si en su viaje Roran hubiera hecho un gran descubrimiento de suma importancia para el enlace de la historia, si hubiera hecho algo más que gruñir y matar por Katrina, lo aceptaba. Pero sólo para verlo gruñir y matar... Pues no, oye.
Y ya en este tercer libro sí que no le vi finalidad alguna a los capítulos sobre Roran. Muy bien, los vardenos están luchando por aquí mientras Eragon anda ausente. Yuju. Sigue sin aportarme nada, además de aburrimiento. Era ver que el capítulo empezaba con un "Roran miraba al horizonte", y me planteaba seriamente el saltarme el capítulo. Total. Sólo perdía el tiempo.

Ahora bien; espero que en el cuarto, salga cuando salga, no exista Roran, aunque sé bien que sí va a existir.

Porque ya me he leído los tres anteriores, que sino, conociendo la originalidad de Paolini, puedo imaginarme el final: obviamente, Galbatorix muere. Analizando el énfasis que ha hecho en la angustia de Murtagh por estar obligado a cumplir sus órdenes, éste tiene que ser salvado por Eragon o, si acaso, le dará una muerte muy honorable haciendo algo aún más honorable, pero no creo -o por su bien, más le vale que no, porque Murtagh era de mis personajes favoritos hasta que lo convirtió en un quejica llorón cuando era un chulo sin escrúpulos, y si quiere que le perdone la vida, debe devolverlo a lo que era-.

No sé por qué tengo en mi cabeza una escena de Eragon frente a la tumba de Brom, hablándole de cómo mató a Galbatorix. Y Arya al lado. ¿Muy típico? Dios no. Si Paolini es súper original.


¡En fin! Que toca esperar. Mientras estaré leyendo 'La conspiración de los Qirsi', que pinta bastante mejor.

Damn you, Paolini.

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¡Yuju!

>> viernes, 13 de marzo de 2009


Un mes más tarde que la gran mayoría, ¡por fin!, acabé los putos exámenes y de forma limpia -de éste último es imposible que sepa ya la nota, pero tengo muuuchas esperanzas de que haya salido también bien-.

Así que, señores, sin más, me voy de borrachera.


¡Despediros de mi hígado!

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11 de Marzo

>> miércoles, 11 de marzo de 2009

Jueves - La Oreja de Van Gogh



Si fuera más guapa y un poco más lista
Si fuera especial, o fuera de revista
tendría el valor de cruzar el vagón
y preguntarte quién eres...

Te sientas enfrente y ni te imaginas
que llevo por ti mi falda más bonita,
y al verte lanzar un bostezo al cristal
se inundan mis pupilas

De pronto me miras
te miro y suspiras
yo cierro los ojos
tú apartas la vista
apenas respiro
me hago pequeñita
y me pongo a temblar

Y así pasan los días, de lunes a viernes
como las golondrinas del poema de Becker
De estación a estación de frente tú y yo
ahí viene el silencio

De pronto me miras
te miro y suspiras
yo cierro los ojos
tú apartas la vista
apenas respiro
me hago pequeñita
y me pongo a temblar

Y entonces ocurre, despiertan mis labios
Pronuncian tu nombre tartamudeando
Supongo que piensas 'que chica más tonta'
y me quiero morir

Pero el tiempo se para y te acercas diciendo
Yo no te conozco y ya te echaba de menos
Cada mañana rechazo el directo y elijo este tren

Y ya estamos llegando
mi vida ha cambiado
Un día especial este 11 de marzo
Me tomas la mano, llegamos a un túnel
que apaga la luz

Te encuentro la cara
gracias a mis manos
Me vuelvo valiente
y te beso en los labios
Dices que me quieres
y yo te regalo el último soplo de mi corazón...

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Han pasado ya cinco años y aun recuerdo ese día con claridad. Recuerdo subirme al coche con mi padre y ver su cara de preocupación. Él no dijo nada; sólo escuchaba. La radio hablaba de 7 víctimas ya... Yo miré la radio extrañada, como si fuera a ver algo más que ese aparato de forma rectangular, y me quedé escuchando. Al llegar al cruce del puente de Radazul, mi padre detuve el coche y miró a los lados. Seguía sin hablar. Cada vez que pienso en el 11-M, me acuerdo de estar en ese cruce, cuando oí por primer vez: atentado en la estación de Atocha.
"¿Otra vez ETA?", le pregunté a mi padre. "Seguramente", dijo él.
No sé por qué lo primero que se me pasó por la cabeza en ese instante fue el hecho de preguntar quiénes serían los causantes de tal atrocidad, hasta que reparé en que mi hermano estaba en Madrid...

Ignoraba si mi hermano cogía el tren por las mañanas; si mal no creo la Academia en la que estaba se encontraba bastante lejos de allí, y es lo que creía en ese momento. Pero aún así no dejas de preguntarte si por alguna extraña casualidad macabra del destino, por alguna razón que no entiendes, esa persona, mi hermano en concreto, había tenido que coger ese tren, y te ahogas en la angustia.
Cuando ocurrió el 11-M era imposible llamar por teléfono a nadie que estuviera en Madrid. Las líneas teléfonicas estaban colapsadas. ¿Dónde estaría mi hermano? ¿Dónde estaba el tío de mi amiga que también vivía en Madrid y que sí viajaba en ese tren? Tardamos horas en saberlo, y en la radio no hacíamos más que escuchar que cada vez eran más víctimas las que se encontraban... Un horror.


Cinco años...

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Eso, eso. Sálvame

>> viernes, 6 de marzo de 2009

Una mierda. Eso fue a mi parecer la tercera parte en absoluta comparación con las dos anteriores. Una mierda. Si hubiera sido sólo esa, sin precedentes, la aprobaba. Pero lamentablemente, no fue así.

Por esa razón, una cuarta me sorprende, me da miedo, me planteó en su momento serias dudas, pero... Joder. Si me ponen este pedazo de tráiler con exceso de Bale -sí, será un hijodelagranputa con mala leche, pero está todo lo bueno que quiere-, y encima, me meten de fondo a Trent Reznor como música ambiente, me la sopla todo. ¡T O D O!



Aparece Bale, yo me pierdo. Canta NIN, y directamente muero.

Julio está demasiado lejos...

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El Arca de Noé

>> martes, 3 de marzo de 2009

El pasotismo, o vagueza, que existe entre la peña de mi piso a veces llega a extremos que acojonan. Para evidencia de ello lo vivido hace apenas un ratito...

Llego de clase a las 8.30, cansada y mojada, que no veas como llueve... Entro, dejo mis cosas, me dejo caer en el sofá, alargo la mano para coger mi botellín de agua y... mierda. No tiene agua.

Me levanto, voy a la cocina y en lo que lleno la botella escucho el ruido del agua. Es la lluvia, pienso, una conclusión bastante lógica e inteligente por mi parte teniendo en cuenta que ahí fuera está cayendo la de dios en el Génesis. Cierro el grifo, arranco la pegatina de mi botella que está ya medio despegada, y cuando voy a tirarla... ¡Plaf! Piso un charco de cojones.

¡Coño! ¡Está entrando la lluvia en el lavadero!


Me dispongo, por tanto, a cerrar corriendo la ventana, cuando una oleada de agua me cae en todo el vaquero. Oh, oh. No es la lluvia. Es el propio lavadero que está rebosando agua. Hay una lavadora puesta, y el ingenioso mecanismo de desagüe que instaló mi casero consiste en un tubo que sale de la máquina al mismo. Pero éste, por lo visto, está estancado y nadie se ha dado cuenta. Conclusión: el agua saliendo por todos sitios.

¡Mierda, mierda!, grito como una loca. Mi primera reacción intuitiva, tras el grito de alarma, es ir al salón, mirar a mis tres compis echadas como vacas en el sillón y hacer un comentario tremendamente inteligente: no sé si os habréis dado cuenta, pero se está inundando el lavadero.

Lo mejor, la respuesta de una de ellas, la única que ha hecho amago de hacerme caso: Será verdad.

Ninguna se mueve. Yo, con mi cara de "vivir para ver", me doy la vuelta rápidamente y vuelo hacia el lavadero. Agarro un cubo y empiezo a sacar agua hasta el fregadero de la cocina. Mis gritos no alertan a nadie: ¡Ostia, que me caigo! ¡Wala, se me ha puesto la mano violeta! ¡Mierda, esto parece el bolso de Mary Poppins, no tiene fin! ¡Jodeeeer, necesito un cubo más grande!

¿Vino alguna de ellas a ayudarme? No, claro que no.

De repente, flis! Me escurro, me pego una ostia y grito. Se oye una voz a lo lejos: ¿estás bien?

Joder, ¡pues claro! ¡Estoy en pleno AquaPark, tirándome por los rápidos, y sin donuts!

Un tiempo después, con la lavadora en paro, termino de achicar agua, lo suficiente para poder meter el desatascador y darle uso. No sé por qué, me da por cantar la canción del juego de Marios Bros -¿complejo fontanero?-, y oigo risas, supongo que a mi costa y debido a mi enorme e infravalorado talento musical.

Juro -por mucho que a mi abuela le dé coraje que jure- que bailaré sobre sus tumbas en lo que desatasco el desagüe.

Termino, limpio el suelo y vuelvo al salón. Una de mis compis pregunta: ¿qué coño hacías?

Practicar.... practicar para el día en que os mate a todas.


¡Buenas noches!

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Citando a Mara...

>> lunes, 2 de marzo de 2009

... estoy... ¡en mi modo Berserker! -que a todas estas, tuve que buscar qué era eso exactamente allá en su momento ya que mis referencias en cuanto al tema partían del Final Fantasy X-2, gracias a una de las vestiferas y a la manía de Yuna por cambiarse de ropa para molar (y esto no es friki)-.

En fin. La cosa es... ¿qué coño les pasa a los viejos/personas mayores/mujer menopáusica/hombre que no folla porque su mujer está depre a causa de la menopausia/hijos de la gran amargura a mi parecer? En serio, va, menuda racha de abuelitos antipáticos asesinas con bolso llevo. Estoy por re-diseñarme a mí misma y endosarme:
1) El bolso aniquilador con ladrillo dentro
2) El bastón cabrero -y cabrón también- que siempre ocupa inoportunamente media acera
3) El paraguas tamaño Rusia con sus alambres sueltos dispuestos a arrancarte medio ojo - ¡asociación a favor de paraguas nuevos ya! ¡Por favor!
4) Y un gorro de vaquero. No tiene ninguna utilidad macabra, pero de vez en cuando viene bien reírse de uno mismo.

Y todo esto hecho a base de acero forjado y recubierto de una capa de Agua Brava. Pero eh, sólo para casos generales. Con el señor cuyo parecido al hijo de Chuck Norris engendrado con la mujer de Toro Sentado era asombroso y que tan amablemente me ha jodido la espera en la cola del Supersol... a ese no le daría ni de su propia medicina, sino que lo hubiera aniquilado sin más con mi rayor láser.

Situación: yo, tan feliz en la cola de caja, me dispongo a mover mi cesta cuando el hijo de Chuck Norris y Nube Púrpura -¿pensabais que iba a decir hijo de puta, eh? Pues casi-, apoya tranquilamente su cesta sobre la mía, impidiéndome que pueda cogerla.

Yo: Ummm... perdone, ¿le importa...?
Chuck Púrpura (con cara de acelga y un tono de lo más cortante): Sí, me importa.
Yo (alardeando que mis padres se gastaron una buena pasta en un colegio donde me diagnosticaron 7 demonios): No puedo mover la cesta si no quita la suya... (poder, puedo, pero se la tiraría, y no es plan... aún)
Nube de Norris: Ohh, siempre quejándoos. ¿Qué te importa moverte de la caja a la cesta para ir dejando cosas?
Yo (mirando el escaso metro que hay de distancia, que es poco, pero que no me sale del culo recorrer): Lo mismo que a usted quitar la cesta y dejarla en el suelo, ¿no?
Chuckpamela: Yo ya estoy mayor.
(y yo soy joven como para estar perdiendo el resto de mi tiempo con usté, te jode)
Yo, haciendo amago de bajarla por él, porque ya no se trata de moverme un metro o no, sino que su cesta aplasta la mía y no puedo sacar nada.
Norris (escandalizado, como si fuera a robarle): ¡¿qué haces?!

AHHHHHHHHHHHH!


Lamentablemente, la historia no acabó con sangre, sino con una dependienta abriendo la caja de al lado y deshaciéndome del puto viejo. Jum....

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"A mí no pueden beberme"

>> domingo, 1 de marzo de 2009

Estudiando entre líneas mis últimas entradas y mi estado anímico reciente he llegado a una rápida conclusión: todo es una mierda porque yo hago que sea una mierda. No sé por qué mi cabeza crea personajes con los que supuestamente me identifico pero que no hablan por mí. Son falsos. ¿Tiene algún sentido? No. No sé que mierda escribo.

El caso es que últimamente funciono a través de lo mínimamente malo, me centro en estar preocupada, nerviosa por ese penúltimo examen que ya me quité de en medio, en vilo, y lo peor que he llevado: cabreada. No en un sentido en que discuto con la gente y me paso el día continuamente de mal humor. Más bien en el hecho de sentirme así, sin más, sin que afecte mi modo de ser/hacer, pero que al fin y al cabo es una mierda porque es imposible estar a gusto con uno mismo.

Esta semana que expira ha sido como si mi vida se emitiera en la Sexta y estuviera patrocinada por ese sin fin de anuncios sobre "envía Pedo3 al...", o los que más odio, los de música.
Sí. Mi día a día esta semana ha pasado de ser un continuo punchipunchi a manos de Lady Gaga, a dar paso al ritmo lento, monótono y somnífero del
If I were a boy de Beyoncé. Que por cierto, a todas estas... basándome en las pelis de las 15.30 de un domingo en A3, si de repente, sin más, me despertara siendo chico, lo primero que haría no sería pegar un grito semejante al de Nicole Kidman al comienzo de Los Otros en plan: pero qué mierda ha pasado que me acosté con los rulos puestos, y ahora los rizos que más veo son los de..... (¡mal pensaos!) mi pecho lobo.
No. Yo, como persona precavida que soy -inteligente son palabras mayores-, imitaría a mi colega del especimen masculino cuya esencia ocupa ahora mi cuerpo y que sin más estudia el tamaño de mis tetas en el espejo, y me bajaría los pantalones, a ver qué tal. ¿Por qué? Porque todos sabemos que al final caeremos en el tópico de enamorarnos del ocupa de nuestro cuerpo, y sí, el beso de segundos antes de los créditos es maravilloso, pero una no quiere llevarse sorpresas para cuando aparezca el logotipo de la productora ya casi al final de la canción. Ejem.


No sé a qué viene esta reflexión. ¡En fin!

Lo que vengo a decir es... que toi apoyardá, como bien dirían por estos lados. Se me meten paranoias en la cabeza y ya no sé cómo debo plantearme las cosas, y es algo que, una vez más, he decidido cambiar. Entonces, ¿qué pretendo con esta ida de olla? Absolutamente nada. No tiene fin alguno -sólo haceros perder el tiempo, lo cual ya he conseguido si habéis llegado hasta aquí. Ja! Mini-punto para mí-. La cosa es que se ha acabado Futurama y ya no sé qué hacer. Así que ala, directa al blog.


Sólo una cosa más antes de irme. A ese sabio lector cuya presencia por aquí me es ya muy dudosa: sí, todos tenemos nuestros líos, pero hay que procurar que no interfieran en la vida de otros. Yo estaba a gusto con los míos y no necesitaba más, o peor aún, que incrementaran. Así que gracias. En serio. Mil gracias. Ya no estoy cabreada.

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