¡Aquí estamos otra vez!

>> miércoles, 29 de abril de 2009

Después de casi un mes que estrenamos el blog y con sólo un artículo puesto en él, nos pasamos completamente por el forro eso que dice en el cabecero de "Cada miércoles en tu kiosko", quedándonos más con el "(o no...)" hasta límites insospechados.
Pero hemos vuelto, esta vez con unos ricos y bienavenidos consejos sobre cómo ser un cutre.

Si sientes curiosidad, no lo dudes, entra: L&I teach you how to do it

¡Y que siga la maldad!

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El maldito día en que decidí ser, estar y parecer

>> martes, 28 de abril de 2009

No estoy bien. No estoy mal. Supongo que mucho más de lo primero con mis altibajos, pero creo que eso le pasa a todo el mundo. Hay días en lo que simplemente te pones a pensar más de la cuenta, analizamos cosas que es mejor no analizar y decaes un poco. Es ese fatídico momento en el que alguien te dice que no te rayes, porque cuando yo pienso demasiado entro en un estado de depresión profundo.




No es así, joder. Puedo prometer por todo lo que haga falta que no soy una persona con tendencia a “rayarse” hasta un punto crítico y preocupante. No necesito que nadie esté pendiente de mí como si en cualquier momento fuera a desplomarme. No sé por qué, desde hace ya bastante tiempo, me da miedo decir que no me apetece hacer nada por simple desgana sin provocar que más de un par de ojos me miren alarmados, como si fuera a estallar la tercera guerra mundial o qué. No me considero un ser débil y demasiado dependiente como para que más de uno intente cuidarme. Lo agradezco de corazón, en serio, pero por favor, no me toméis como si fuera una pieza delicada con tendencia a romperse. Todos tenemos nuestros problemas en la vida y nuestro modo de afrontarlos. Puedo asegurar con un 99’9% de credibilidad que estoy perfectamente, que no me siento desgraciada ni mucho menos. He pasado mis más y mis menos y he tenido razones para, de vez en cuando, sentirme menos fuerte una vez pienso en determinadas cosas. Creo que es algo que nos pasa a todos. Unos días estamos bien y otros, sin venir a mucho a cuento, no nos apetece salir de casa, aunque haga un día espléndido y tus amigos te propongan montón de cosas. Hay días en los que quieres disfrutar de un momento a solas para contigo mismo, y yo no soy un bicho raro en eso. Quiero vivir de mi soledad, no de un modo ermitaño en el que no quiera saber nada del mundo, pero sí, por un momento, tener ese momento que es sólo para mí. No quiero que cada vez que diga “no me apetece”, “no quiero”, “no tengo ganas” y frases similares, alguien enseguida me salte con que si estoy bien, que lo agradezco, pero me hace sentir mal. Hace que me vea como si todo el mundo, al oírme hablar, esperara que de repente me pusiera a llorar o a quejarme, a lamentarme o a gritar. No puedo estar de un humor excelente las 24 horas del día los siete días de las semanas. Me guste o no, siempre pasan cosas que destrozan mi sonrisa y lo cambian por el ceño fruncido y esas cosas. Es inevitable.




Sé que soy muy rara a contarle mi vida a la personas. Me cuesta horrores decir lo que verdaderamente siento en un momento dado. Pocas personas consiguen sonsacarme algo más que un “no me pasa nada” o un “no importa”. Lo peor de todo es que, cuando presumo de tener un vocabulario más extenso, me siento culpable. Me siento así por estar robándole un poco de tiempo a esa persona, porque una vez que confío en alguien y le cuento lo que me pasa, tiendo a repetirlo con esa persona una y otra vez. Son pocas personas en las que confío realmente y siempre son a ellas a las que aburro más con mis historias. Lo sé, lo sé. Eso es la amistad y blablabla. Lo que me pasa es que, con mis cambios de humor frecuentes, algunos razonados, parece que siempre estoy de bajón y que alguien tiene que tirar de mí. Al mínimo momento que hago amago de pensar más de la cuenta sobre mí, por mero placer, ya hay alguien que me suelta que de nuevo vuelvo a rayarme con lo mismo, que no debería darle tanto a la cabeza. Sólo es un momento, un momento en el que necesito hablar, aunque no vaya a obtener respuesta.




Soy consciente de que, aunque no ofrezco mucho a cambio, hay cierto número de gente que confía en mí porque soy alguien dado a escuchar. Hubo un tiempo en el que pensé que era egoísta pedirles el mismo favor a cambio. Por eso me siento mal cuando intento hablar de mí, de lo que me pasa. He acostumbrado tanto a la gente a que me hable de sus problemas y darles consejos, que parece como si yo no los tuviera. Aprovecho ya para decir, aunque se salga un poco de todo esto, que los días que no suelto más de un “ah vale”, “te entiendo”, etc., es porque tengo demasiadas cosas en la cabeza que son mías y que, egoístamente, en un orden de preferencia, van primero a todo. Cuando tengo suficiente con lo mío no quiero que nadie me cuente sus cosas; me sobrecarga. Lo malo es que luego quedas como un mal amigo, y ya tienes otro problemón más. El día que decides no escuchar, ten por seguro que nadie te va a escuchar a ti. Entonces me cabreo y decido, por millonésima vez, que seré la cara feliz de siempre que tiene una vida dicha y plena, donde no existen las piedras en el camino donde caer al suelo y quedarte sin dientes.




Hasta que no puedes más y necesitas robarle un poco de tiempo a alguien, en el que por primera vez en mucho tiempo quieres ser protagonista. ¡Qué egoísta soy! Y como tú, siempre con tu cara de apariencias, muestras que tienes también cosas que te preocupan, como incidas mucho en ello eres ya demasiado vulnerable y peligrosa.




Odio que la gente piense que soy un ser roto, que los días en que soy completamente esa loca que hay en mí, lo miren como si fuera una tapadera. Pues no, estoy como una cabra y es de las cosas que más me gustan de mí, por mucho que me miren raro. No me gusta que el día que me levanto sin fuerzas me traten como si fuera una niña pequeña a la que deban consolar y mimar en exceso, que ese es mi verdadero yo que estaba oculto dentro y que hay que andarse con cuidado para que no lo saque a pasear demasiado; o, por el contrario, que no me traten, como si simplemente fuera una racha que ya pasará. Sí, pasará, cuando pulse de nuevo ese botón que me pone a mil por hora y deja los problemas en un ataúd sin enterrar. Porque cuando te topas con esa gente a la que le encanta contarte sus movidas pero le soplan totalmente las tuyas, lo único que te queda es fingir que nada ha pasado y resolver tus dudas por ti sola. A veces todo se resume en algo tan sencillo como un sincero “No te preocupes…”, saber que de necesitarlo, alguien apoyará la mano en tu hombro y te dará ánimo… No pido más. Con eso me basta. Otras basta con que me escuchen y no digan nada, porque mientras hablo en voz alta yo misma me voy aclarando las ideas, y más o menos me basto yo sola.




No preciso de una atención especial. Ahora la he cagado y no he podido más. Intenté hablarlo y de nuevo me acosaron con problemas que no son míos, y que encima, estoy harta de escuchar. Siempre la misma historia y los mismos cuentos, que ya no sabes qué más aportar,… acudes en pos de un poquito de oreja que te escuche, y es la misma historia de siempre. Viene a ser un gran “que me den”, ¡y mucho que me dan!




Me he acostumbrado ya.




Pero a pesar de este arrebato de protagonismo en mi blog –sobran los comentarios ahora-, no quiero que me pregunten nada sobre la parte final. Estoy bien. Es todo lo que me queda y nadie me lo va a quitar.





Si has leído esto entero, no sabes cuánto lo siento.

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Help! (modo Beatles on)

>> viernes, 24 de abril de 2009

A raíz de una ya demasiado repetitiva situación de "¿Un año y medio en Granada y no has estado nunca en...?", o "¿Todavía no conoces ...?", "Lu, ¿te sabes el nombre de alguna calle, por casualidad?" he llegado a pensar (un simple aleteo de mariposa en mi cabeza que causará algún desastre en alguna parte, supongo). Ante las dudas, no, un año, dos, tres y mil más tarde no me aprenderé el maldito nombre de alguna calle de Granada, ni de ningún sitio. No conozco los lugares por nombre ni por lo que hay alrededor, sino por lo que yo he vivido ahí. Para que yo identifique algo, dime "Ahí fue donde measte y te paró la poli". Entonces sí. Pero que tengo poca madera de taxista ya lo sé.

La cosa es que ayer se volvió a repetir, una vez más, lo de que nunca he estado en determinado lugar -no sé por qué, siempre son sagrados y es delito si no vas (¿no se contradice eso?)-, y me he dado cuenta de que hace mil que no me paseo por Granada en condiciones. Nada del camino a mi facultad, a plaza Einstein, casa de Zafra, plaza Toros y poco más. Hace ya más de cuatro meses que no piro a calle Elvira, que no subo a los jardínes de la Alhambra o que simplemente paso más allá de Recogidas y, joder, me apetece pasearme tontamente por la ciudad. No sería la primera vez que subo al Carmen de los Mártires sólo para leer y por el placer que me da estar allí pero, la verdad, a veces la buena compañía se agradece. Este fin de semana recibo visita y creo que el próximo también, lo que me dará excusa para caminar y enseñar la ciudad. Pero si tal cosa no ocurriera, ¿algún/alguna voluntario/a para perderse conmigo un ratito? -un ratito es igual a todo un día caminando tontamente por el mero placer de caminar, ver y hablar. De ahí la compañía. Un día entero paseándome sola me da tristeza xD aunque sea algo que haga frecuentemente cuando me apetece perderme. Y esta vez, no me apetece. Prefiero compartir la experiencia de esa día. Granada tiene mucho que comentar y rebatir, y no quiero llevarme un calcetín con el que hacerlo.

Voluntarios, dejen su firma aquí:

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Bucles sin final (desvarios más bien)

>> miércoles, 22 de abril de 2009

Apaga la luz que el sol ya empieza a molestar. No insistas que hoy no pienso ser responsable. Vengo borracho de sueños rotos e ilusiones heridas en combate. Admito que de cerveza también.


¿Y tú, cómo estás? Dentro de mi cama, ya lo sé. No me preguntes cómo llegaste porque eso sí que no lo sé. Espero haberlo pasado bien. ¿Sabes tú cómo fue?



Sí, es mejor que te vayas. Cinco minutos más en mi cama y no podrás decir que simplemente te emborrachaste. Si gritas palabras sin sentido es tuya la batalla. Joder, lárgate. Déjame a solas con el silencio y mi resaca. Tal vez con suerte el dolor de cabeza no me deje pensar. Pensar me hace beber. Beber me hace olvidar. Olvidar me hace intentar recuperar lo perdido y otra vez vuelta a empezar.



Mierda. Necesito un chupito más de tu cuerpo, una caladita de ese aliento tuyo que me recuerde lo que es el calor. Tengo frío y no me siento. ¿Por qué ya no me quiere tu edredón? Antes, que hablábamos de sueños y de ilusiones que no estaban rotas. Antes, que peleábamos cuerpo a cuerpo por tu sabor. No me digas que no lo recuerdas, cuando yo muero entre mi propia mierda cada vez que lo pienso y siento el mismo dolor. ¿No me ves, aquí borracho? Tan extraño de mí mismo que no puedo creer que sea yo. Tan vulnerable y patético, tan triste y quieto que me pregunto si no seré yo quien ha muerto en lugar del dulce recuerdo de tu voz.


Joder, estoy pensando; añorando tu cariño y tus dedos en mi espalda, tus besos perdidos y tus infinitas palabras. Extraño tu sonrisa; muero por volverla a ver, aunque no sea yo quien te la provoque. Así, volverá ese nudo en el estómago. Ganas de vomitar, ganas de perder. Ganas de llorar, y ganas de beber.


¡Vuelta a empezar!

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Es la magia del rocanrol

>> martes, 21 de abril de 2009

Aun a riesgo de que me maten, de que me den un mochazo por darle más vueltas de lo normal o de que me insistan en la suerte que hemos tenido todos con en esto para que me centre sólo en eso, no me quedaré tranquila hasta decirlo:


¡Gracias, joder!
(Y me ahorro los sentimentalismos xD)

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He vuelto

>> jueves, 9 de abril de 2009

This war ends tonight


Lo siento. No puedo evitar dar la lata con esta película pero es que, en serio, me entusiasma que no sé cuántos años más tarde, haya vuelto.

Sí, obviamente, hablo de Terminator Salvation. Y es que en otro ataque de desesperación me puse a mirar en yutuf si había algo nuevo y me topé con algo que directamente había pasado por alto. Otro tráiler, más largo y más flipante que el anterior.

Si hay algún friki en la sala -I, al menos tú, no me decepciones- quiero que me diga si sabe quién es el muchacho que sale cerca del minuto 1:07. Yo tengo mis sospechas (venazo freak que con sólo esa simple imagen intuye cierto personaje de la primera parte -muajajaja!), pero ¿a alguien se le ocurre también? ¡Comienza el juego!



Un futuro diferente, una versión juvenil de un personaje que ya conocíamos, fuegos artificiales, ¿transformers?... Me pregunto si meterán lo que siempre ha habido en las otras pelis: mítica frase de "Ven conmigo si quieres vivir", o si acaso, "Sube si quieres vivir", "Volveré", "Volverá", "He vuelto" (de ahí el nombre de la entrada), y una que extrañaré y doy por imposible: Choche consiguiendo su ropa de macarra tras robársela a un macarra en un bar de macarras, sin olvidarnos, por supuesto, de las gafas de sol. Grande Terminator. Puto 5 de junio para el que faltan 2 meses ¬¬

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>> martes, 7 de abril de 2009

No sé si es mi blog lo que está muerto, o soy yo.


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¡Muajajaja! -un título sugerente, ¿que no?-

>> miércoles, 1 de abril de 2009

Un miércoles sin clase, sin nada que hacer y con mucha mala leche desaprovechada. Se conecta I, empezamos a dar rienda suelta a nuestras fechorías ¿y qué pasa?

Pasa esto: L&I teach you how to do it

¡Siiiii! Maldades. Maldades a mansalva. ¡Soy feliz!

Echarle un vistazo, ¡que ya hay hasta un artículo!

Me corro en mí de placer :D

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No quiero entenderlo

No me atrevía a actualizar el blog sin antes dedicar una entrada a esto, pero del mismo modo, no encontraba las palabras para escribirlo. Pero aquí estoy, por fin, con casi una semana de retraso.

Es extraño. No puedo decir que me duela horriblemente porque no es verdad. A pesar de los años que pasé bajo su cuidado, de los veranos en que me acogió en su casa, nunca acuné ningún sentimiento de afectividad. O eso pensaba hasta que ocurrió. Entonces me puse a pensar en todos los días de mi vida en los que había estado él, y en la forma en que, sin más, desaparecían. Sí, los recordaré siempre. Pero no me gusta pensar que, ahora más que nunca, forman parte del pasado. Me duele porque fue lo más cercano que tuve a un abuelo. Nunca conocí al padre de mi padre, pero a él sí. Tengo grabado a fuego en mi mente aquella vez que se trajo un pony y nos subió a todos para pasearnos por toda la Casilla. Nunca olvidaré ese pantalón gris que siempre llevaba para trabajar en el campo, sin camisa. Ni tampoco las tardes de verano en las que estaba ahí sentado fuera de la casa pelando abichuelas.

Y todo eso se ha ido, sin más. Ni siquiera soy capaz de escribir algo mejor que esto, y se lo merece. Pero no puedo. No puedo.

Sólo... Joder.

Hasta siempre.

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