El paciente inglés

>> lunes, 18 de mayo de 2009


Jamás pensé que pudiera haber una película que me conmoviera hasta un punto en el que llegara a sentir vergüenza de mí misma. Creí imposible que esa vergüenza se extendiera durante más de tres días cuando me descubría a mí misma pensando una y otra vez en ella, sin parar, con ese venazo de sensibilidad que se negaba a desaperecer por mucho que se lo pedía. Ignoro si ha sido cuestión de hormonas o esas cosas en las que se suele refugiar uno en estos casos por no admitir que en el fondo (muy en el fondo, creo yo) es una puta romántica empedernida a la que le encata las historias de amor si están bien contadas. Porque donde unos dicen que Titanic es una obra maestra del romanticismo, yo me cago en ella. No negaré que es bonita, dentro de lo que cabe (y no entro en tecnicismos del gremio del cine porque pesco mucho en eso y no voy a dármelas de entendida cuando no lo soy), pero una película que está centrada únicamente en la pareja protagonista y todo lo demás (hundimiento del barco en este caso) es sólo para darle un toque de dramatismo fatídico o simplemente un final jodidamente triste a la fuerza, no termina de conquistarme. Puede gustarme o no, pero jamás se ganaría un puesto en esas historias que me han marcado.


El Paciente Inglés es una historia de amor, pero de esas que están bien contadas, donde la pareja protagonista no son los únicos que absorben todas las miradas. Bien es cierto que son Almásy y Katharine Clifton quienes más minutos roban a lo largo de la película, todo ello en un intento de conocer el pasado del conde. Y es que la película se centra en torno a este misterioso personaje, que sin pasado reconocido llega a un centro de recuperación con la mayor parte de su cuerpo calcinado tras un accidente de avioneta. Nadie sabe su nombre ni cómo llegó allí, pero eso no impide que Hanna, una joven enfermera hundida en la tristeza tras la muerte de dos de sus seres queridos, decida acompañarlo y cuidarlo en un convento abandonado que convertirá en un improvisado hospital y hogar para ambos. Hanna volcará las pocas energías que le quedan en atender a este extraño paciente que únicamente encuentra consuelo para su dolor en su dosis de morfina diaria.
Durante un tiempo, lo único que tendrán será el uno al otro y un pasado un tanto doloroso. Cada día, su paciente le pedirá a Hanna que lea un poco del libro que traía consigo, un libro en el que poco a poco se nos descubre ese misterioso personaje que es Almásy, un joven conde que invirtió los últimos años de su vida deambulando de un lado a otro de África, sirviendo a la Real Academia de Geografía. Un hombre reservado, de espíritu libre, inteligente y demasiado intrigante, con una vida ya formalizada y plagada de aventuras. Nada podía ser mejor que eso, mucho menos estropearlo; nada salvo Katharine Clifton, esposa de Jeffrey Clifton, miembro también de la Real Academia de Geografía.

El nacimiento de ese amor prohibido, el dolor que provoca querer a alguien que no deberías, el sabor de una traición y la necesidad de dejar una mentira cargada de felicidad, los celos, los imposibles que se hacen posibles... todo ello perfectamente hilado de una forma mágica que no roza en absoluto lo empalagoso ni el aburrimiento, sino que te atrapa sin que te des cuenta, que te emociona como si lo estuvieras viviendo, donde no te desesperas por saber qué va a pasar, sino que disfrutas de cada fracción de película según se van sucediendo. Y no son solamente Almásy y Katharine, sino también la relación Hanna-Almásy, o la aparición de personajes como David Caravaggio y las intrigas que despierta sobre ese extraño paciente que no lo recuerda pero que él conoce muy bien, o la llegada de Kip, un zapador de origen Sij que se verá seducido por la amabilidad y el buen corazón de una perdida Hanna.

No. No es sólo una historia de amor, o dos; es una historia de superación, de esperanza, donde en tiempos de guerra hay que sacar la felicidad de donde se pueda (como se muestra en la que es una de mis escenas favoritas, en la que Hanna, David y Kip suben a Almásy a una camilla y lo sacan al patio cuando, por primera vez en mucho tiempo, empieza a llover). Es la historia en la que unos desconocidos que sólo tienen en común el vivir en mitad de una guerra, encuentran una estabilidad en sus vidas, un punto de paz con ese pasado que los ha marcado para siempre, girando siempre en torno a ese paciente y su trágica historia.

No quiero decir mucho más (por si no he dicho ya suficiente) para no destripar la película, si es que hay alguien con interés por verla. Y si ya hay alguien que la haya visto, me importa poco si no comparte mi opinión así que, como siempre, no intenten ponérmela de mala para arriba en un intento de convencerme porque no funciona.


Para los que me conocen bien, podrían decir: ¿Cómo no vas a hablar así de una película en la que sale Ralph Fiennes? Que sea mi actor favorito no convierte sus películas en una obra de arte, aunque bien es verdad que aquí terminó de conquistarme, no sólo por su actuación, sino porque no sé que tendrá África que le sienta tan bien xD O más bien, no sé que tiene África que les sienta bien a todos (Robert Redford en Memorias de África, impresionante. Ralph en ésta o en el Jardínero Fiel,... ¡qué voy a decir! xD El siempre recordado Ledger en Las Cuatro Plumas,... Incluso Mateo en Sáhara -y mira que Mateo no me gusta nada- sale guapo). C opina que es cosa del sol. Yo opino que es el look guarro con el que salen que me pierde tanto.

¿Qué manera más extraña de terminar una entrada que parecía formalita, no? Lo siento. Tal vez sí sean las hormonas. Pero no son éstas las que hablan al recomendar esta película, lo prometo.

4 huellas:

Ekhi 21 de mayo de 2009, 11:55  

La tengo en VHS desde hace ni sé, lo malo es que se me fastidió el video snif...
Gran película donde las haya, si señora

Marino 22 de mayo de 2009, 12:58  

La añado a las pelis que no veré nunca xDDDDD

No aguanto las pasteladas, la única que he visto y porque me advirtieron de que no era tan pastel (y porque actuaba Jim Carrey, uno de mis actores favoritos) fue "Olvidate de mi"

Lur 23 de mayo de 2009, 4:40  

Marino que no te enteras. Si me gustó el paciente inglés es porque no da cáncer, ni diabetes, ni ostias. Nada de pastel. Creí que quedaba claro.... xD

C!! 24 de mayo de 2009, 13:53  

Con retraso pero sigo pensando que es cosa del sol... El punto guarrete está ahí, no puedo negarlo, pero el morenazo de desierto sienta tan bien...

About This Blog

Lorem Ipsum

  © Blogger template Sunset by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP