Certezas

>> viernes, 29 de enero de 2010

Había algo casi anecdótico en aquella imagen. Centenar de globos blancos escapando de las manos inocentes de los niños, desplegándose en el cielo. Un mensaje de paz interpretado por pocos.

Los seguí en su huída hacia las nubes con una mano haciéndome de visera. Aquel día el sol había decidido regalarnos una visita después de un tiempo sin asomarse apenas por entre las nubes y mis ojos estaban menos acostumbrados que nunca para soportarlo.

Hay algo mágico en una escena así. La impotencia me hizo volver a meter las manos en los bolsillos. Fue como si una parte de mi, o todo, se agarrara a los hilos que colgaban de los globos y se alzara, esparciéndose. Sentí las repentinas ganas de replegarme. Me vi asfixiada por el tiempo y las obligaciones. Mi mente se inundó de ideas y proyectos antiguos y me vi con más ganas que nunca de llevarlos a cabo.

Los globos se amontonaron, haciendo formas a la libre interpretación de cada uno. Influenciados por el día, unos vieron una paloma, otros una mísera X, otros a no-sé-qué-bicho-de-tal-serie.

Yo vi una flecha apuntando hacia el noreste.

Aunque la experiencia terminaba ese día, descubrí que mis ganas por seguir adelante no se saciaban. Mi humor estaba por los suelos. Llevaba unos días que no me aguantaba ni a mí misma y la tristeza de aquella despedida me tenía atolondrada. Sin embargo, sonreí. Queda tanto por hacer...

Cuando bajé la vista, unas cuantas sonrisas tristes y agradecidas me demostraron que la aventura había merecido la pena. Había soltado uno de los hilos para agarrarme a otro globo. Volaba en otra dirección sin olvidar jamás de qué aire, de qué momentos, se había llenado el anterior antes de ser liberado. Los guardé a riesgo de explotar entre las paredes sintéticas de mi memoria.

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No busco flechas que me señalen el camino, sino que me recuerden que hay que seguir avanzando. En la dirección que sea. Ser consciente de que habrán globos que tomen la ruta equivocada y que se desperdigarán en el camino del olvido. Pero sé, que puedo alimentarme de experiencias a la par que busco otras. Caer si es necesario pero nunca, nunca, quedarse parado.


¿Has visto alguna vez un globo de helio escaparse del suelo?

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